Descubriendo secretos del modernismo en A Coruña

Aunque el modernismo fue un movimiento principalmente arquitectónico, no se puede entender su alcance sin ampliar un poco más los límites del contexto. Arte, cultura, urbanismo, sociedad… El modernismo en A Coruña fue un estilo de vida, una nueva forma de expresión y de sensibilidad que todavía hoy se puede percibir en sus elegantes fachadas. Sácale partido a las ventajas que te ofrece el hotel ibis Styles A Coruña y descubre los secretos de unos edificios que le ponen forma y color a la historia de esta ciudad.

1. El Diente de Oro (Puerta Real): los coruñenses le dieron este cariñoso nombre a la obra de Leoncio Bescansa por el brillo resplandeciente de sus galerías al amanecer. En cada una de sus cinco plantas los arcos, balcones y miradores presentan una estructura diferente en el conjunto de esta magnífica dentadura.

2. Kiosco Alfonso (Jardines de Méndez Núñez): el misterio y la fantasía se daban cita en este inmueble que conserva intacta su elegante decoración. En su momento sirvió como café y como cine, con la particularidad de que había dos tipos de entrada: una para quienes veían la proyección de frente y otra más económica para quienes la veían en negativo desde una sala trasera.

3. Casa Rey (Plaza de María Pita, 12): esta gran ciudad de cristal ser erigió arropada por el aroma de las chocolaterías cercanas. Era ésta un producto exótico que llegaba al puerto de la ciudad desde las lejanas colonias. La Casa del Rey recoge parte de este exotismo con una mezcla de balcones de hierro forjado, cerámicas y vidrieras de inspiración mudéjar que esconde algún que otro detalle curioso. Presta atención a los pavos reales que engalanan la entrada y que simbolizan la protección de sus moradores.

4. Plaza de Lugo: tres inmuebles, ubicados en los números 11, 13 y 22 de esta plaza, representan el mejor ejemplo de ese modernismo inspirado en el simbolismo de los nenúfares, las cariátides, el exotismo animal y vegetal y los rostros femeninos. En este sentido, presta atención a las caras de mujer que adornan estas fachadas. ¿No se parecen mucho entre ellas? Ello se debe a que, según se cuenta, se inspiraron en la amante del pintor Dante Gabriel Rossetti: la dama británica Elisabeth Seadel. Su misterioso y trágico final, víctima de un cóctel mortal de láudano, alcohol y opio, sirvió como pretexto para llevar su enigmático rostro a las fachadas de muchas ciudades.